sábado, 11 de septiembre de 2010

~ Sembrando Sal ~

~ Magda ~

Magda se agachó, oculta tras las rocas y, apartándo una colocó el fruto de una noche de demasiado alcochol, de demasiada dejadez en pos de la festividad, en el hueco entre las piedras.

Había tenido suerte ocultando al clan su estado, la marca de su verguenza, que ni siquierea parecía un garou de pura raza, sino una mezcal callejera y que, además, por estar tullida, no encontraría compasión entre sus compañeros de clan.

Ésta era la mejor forma, pensó para si, mientras colocaba la piedra sobre el bultito de trapos que se movía. En cuanto el frio se hiciese cargo de la criatura, no tendría más preocupaciones.

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