jueves, 16 de septiembre de 2010

~ Sembrando Sal ~

~ Lucien ~

Lucien miró el montoncito de caca sobre la alfombra del salón, allí donde había dejado a la cachorra mientras preparaba el biberón. Quien iba a decirle a él que de un bebé tan pequeño podría salir tal cantidad de mierda. De hecho, cuando la encontró en aquellas peñas, a las que se había acercado en busca de cobertura para su móvil, no había creido que sobreviviese.

Con una sonrisa, recogió a la cachorra del suelo, metiendole el biberon en la boca.

—Que sepas, pequeñina, que esa alfombra cuesta quinientos dólares...

La cachorra hizo una pausa en su alimentación, para mirarlo con ojillos brillantes y Lucien tan solo sonrió.

Iba a salirle carísima, pero era tan pequeña y adorable... como una gatita.

—Kitty...

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