Todo ha comenzado con estos quesos de burgos frescos pequeñitos. Mi madre me ha traido uno, para que lo tome de postre.
- Rico, ricooo...
- Hay miel.
- Mola... uh, está dura, voy a meterla al microondas.
(Minuto y medio después)
- Creo que ya está, voy a coger el trapo para sacarla.
- Deja, deja, que ya lo saco yo... que tu te quemas con nada.
- Vale.
- ¿Está liquida?
En ese momento mi madre ha decidido que, la mejor forma de ver si estaba liquida, era inclinando el tarro, con lo cual una buena cantidad de miel abrasando ha ido a parar a su mano y otro poco a la mia.
- ¡Aaahhh!
- ¡Aaahhh!
- ¡Agua!
Ya ambas con las manos bajo el chorro.
- ¿Pero como se te ocurre inclinarlo?
- Queria ver si estaba liquida ya.
- ¡Pero si se veia! ¿En que estabas pensando?
- ...
- ¿En qué?
- No sé...
- Ya decia yo...
Mi madre, que se ha quemado mucho, tiene ahora la mano vendada, tras bajarse a urgencias. Yo, por suerte, no tengo nada grave.
2 comentarios:
Luego cuando te digo que tengas cuidado me llamas paranoide... Di a tu madre que se mejore, y tu cuidate la mano
ufffffff qué faena, y todo por un postre!!!! dale muchos mimitos a tu madre :P
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