miércoles, 8 de septiembre de 2010

~ Guardianes de la Tierra Yerma ~

~ Piedra-Roja ~


Piedra se encontraba tumbado tras un árbol, vigilando a los cachorros discretamente y asintiendo ante el proceder del Metis de su propia Tribu. Si bien era severo, cosa que muchos Homínodos no entenderían, o los cachorros espabilaban ahora o no serían más que un cadaver más en cuanto empezase la batalla. Lo malo es que aquellos cachorros ni siquiera parecían Metis.

Estaban demasiado humanizados.

Iszle, su compañera de manada, Galliard y una de los pocos Homínidos que Piedra respetaba se acercó en silencio y, tras frotar su morro contra el de él, se tumbó a su lado.

—¿Cómo va?

Piedra resopló.

—Philodox debil, debe ser común, pero al menos ya no lloriquea. Ragabash tensa, se huele desde aqui. Galliard no sabe bien que hacer. Theurge llora, mucho y saca fuerzas cuando no debe. Y Ahroun hace lo que Alfa y Ahroun debe hacer.

Iszle olisqueó, la sangre del Theurge perfectamente discernible desde allí.

—Herido el Theurge...

—Nada grave, Aullido. Alfa sabe castigo duele, pero no duele más que muerte en batalla. Si Theurge no aguanta eso, será carga para los demás. Como Philodox. Un débil ya demasiado, dos no aceptable.

Iszle sonrió lobunamente.

—Tu dirias que Camina es debil.

—Camina no debil. Muchos espiritus a su lado. Solo débil el que lucha solo. Lobo da fuerza a manada pero manada da fuerza a lobo.

Iszle asintió.

—Cierto. Esperemos que ellos se den cuenta.

—Lo harán. De un modo u otro, Aullido, deben hacerlo...

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